Antes de contratar un hosting compartido, piense cómo aloja a su familia en vacaciones


Todos los veranos una pareja de amigos iba a la playa y lo primero que tenían que hacer era encontrar dónde alojar. Con un presupuesto reducido, y aventureros como eran, se conformaban con cualquier hostal compartido que tuviera un mínimo de comodidades. El hecho de compartir una litera en una habitación con ocho personas más, todas desconocidas, puede ser emocionante, pero en algunos casos conlleva algunas molestias que uno no se imagina.

De hecho, aunque en general había sido satisfactorio, habían tenido también algunas malas experiencias con este tipo de alojamiento. Por ejemplo, ellos no son de acostarse tarde y, de los diez que podían llegar a alojar en la misma pieza, podía ocurrir que la mitad llegara habitualmente a las dos o tres de la mañana, y no de forma muy silenciosa. Afortunadamente, en el caso de los residentes demasiado molestos o irrespetuosos, el dueño del hostal los llamaba al orden. Si reincidían, los expulsaba sin mayores alegatos.

Y durmiendo tan apretados que todos sueñan lo mismo.

Y durmiendo tan apretados que todos sueñan lo mismo.

Pues este verano mis amigos ya eran tres. Un bebé precioso había llegado a enriquecer su familia… por lo que el hospedaje compartido ahora se encontraba totalmente fuera de discusión. Tampoco eran unos potentados como para arrendar una cabaña en la playa. Sin embargo ya tenían lo suficiente como para costear un departamento amoblado para los tres. Y así, de pronto, las libertades que tenían y la holgura del espacio se contrastaban con una mayor cantidad de responsabilidades.

Por ejemplo, en el caso del hostal todo el tema de la seguridad era responsabilidad compartida entre los que alojaban y el dueño. Ahora, ellos mismos debían cerciorarse al salir que todo quedara bien cerrado y asegurado. Lo que se ensuciara en el baño o la cocina, ya no sería responsabilidad de limpieza del administrador, sino que ellos mismos debían encargarse de la higiene.

 Pero no olvide de consultar primero si tienen televisión, o si no lo más entretenido que hagan en la noche será ver el fuego en la chimenea.


Pero no olvide de consultar primero si tienen televisión, o si no lo más entretenido que hagan en la noche será ver el fuego en la chimenea.

En el mundo del hospedaje web, los principios son los mismos. A la hora de escoger un plan de hospedaje, existen dos opciones. Muchos sitios residen en lo que se llama un “hosting compartido”, que es un alojamiento en la misma máquina que cientos de páginas de otros usuarios, bajo una raíz común, solo separados por el árbol de directorios y compartiendo todos los recursos y programas de la máquina, sin privilegios. Allí, su rendimiento y confiabilidad dependerá en gran medida del buen comportamiento de sus compañeros de hospedaje. De todos ellos.

Si bien el tema de administración, limpieza y seguridad se encuentra repartido entre los usuarios y el administrador del servidor, y este último se encarga de mantener controlados a aquellos clientes que puedan abusar de sus privilegios consumiendo ancho de banda o recursos del sistema que les pertenecen a todos, siempre existirá el riesgo de pasar un mal rato en cualquier momento (si, igual que un hostal compartido), ya sea porque uno de los clientes tuvo la genial ocurrencia de usar su cuenta de correo para hacer spam, dejando todas las cuentas de correo asociadas a ese servidor en una lista negra, o una consulta SQL mal escrita deja el acceso semibloqueado durante largos periodos, etc.

Pero es barato…

Imaginese ir rumbo al trabajo y escuchar que alguien dice, justo detrás suyo, que está a punto de vomitar.

Imaginese ir rumbo al trabajo y escuchar que alguien dice, justo detrás suyo, que está a punto de vomitar.

Considere esto: su presencia en la web es vital para su negocio. Su sitio, sus correos, su base de datos pueden ser más o menos vitales. ¿Es saludable arriesgarlos así? Un hosting compartido puede ser un lastre para las necesidades de su sitio web, ya sea por el tema de la seguridad, la confiabilidad en el flujo de sus correos, el espacio que le ofrece para desarrollar sus funciones, la cantidad de visitantes simultáneos que permite atender, o por alguna característica específica que solo usted necesitará.

Pero, al mismo tiempo, aún no tiene esa gran empresa que puede costear una máquina exclusiva…

Por suerte, para esto existe la alternativa de los VPS (por la sigla de Virtual Private Server o “Servidor Privado Virtual”), donde cada computador es “dividido” de forma virtual en varias máquinas, que funcionan como computadores independientes, ocupando cuotas proporcionales de memoria, disco y capacidad de procesamiento (¡si! igual que un departamento en un condominio). Esto abarata sensiblemente el costo del hardware, conservando casi todas las características de una máquina dedicada. Nunca más un bloqueo de sus correos, porque usted sabe que el spam es una pésima estrategia para alcanzar clientes. Nunca más un bloqueo por una consulta mal hecha a la base de datos. Nunca más su sitio innacesible porque el sitio vecino subió el video prohibido de la Kenita.

Ahora usted es el amo de su castillo. Pero que usted incluso tenga que guardar las llaves del foso, hacer el aseo de la mazmorra, y pintar el techo de la torre, dependerá de lo que la empresa que le vendió el VPS le esté ofreciendo. Algunas entregan el VPS “tal cual”, mientras otros proveedores, entre ellos SPOT.cl, le facilitará la administración de forma que sólo tenga que preocuparse de lo importante.

De todo eso hablaremos en detalle en un próximo artículo.

Y algún día, su negocio estará listo para comprar la cabaña de sus sueños…

Y algún día, su negocio estará listo para comprar la cabaña de sus sueños…